La Autonomía de la Voluntad permite a las partes establecer cláusulas contractuales, siempre que respeten el orden público, lo que implica que la garantía es independiente del contrato subyacente y el acreedor puede exigir su cumplimiento directamente. La Buena Fe requiere que las partes actúen con honestidad durante el contrato, y el Equilibrio Contractual busca que los derechos y obligaciones sean proporcionales y justos.


